martes, 30 de marzo de 2010

¿Obama decepciona?

El respetable diario Le Monde, edición cono Sur, publicó una serie de artículos que ponen en irrefutable evidencia el exceso de esperanza en torno al mandato norteamericano. “Nada nuevo con Obama” tituló en su portada.
Es tentador aseverar una sobre valoración en las expectativas de lo que puede hacer un Presidente en un período, y más en los Estados Unidos, país que sufre y hace sufrir el poder abrumador de unos pocos, repetidos y conocidos grupos económicos privados que ejercen sus influencias, incluso a través de lo público.
Obama no es, ni debiera parecer el Presidente del planeta. Esto no intenta negar su evidente protagonismo, como mandatario de turno de la nación más influyente de la historia reciente en el tablero planetario. Ha sido criticado en su país por su vocación hacia la política exterior. Con rotundos fracasos y éxitos por igual, ha plantado nuevas bases en su relación con Irán, Israel, Palestina y Rusia. Aunque, para tristeza de Europa y América latina, Obama ha decidido prestar más atención al continente asiático, reconociendo el protagonismo económico de china. Intentando mostrar una actitud, que lo perfile más allá de las disputas europeas o islámicas, e incluso latinas. Pareciera querer dar un mensaje de superación de las diferencias, solucionándolas, o ignorándolas si es necesario. Su visión personal, apunta a decir que advierte la existencia del nuevo superpoder que es China, aunque no estemos seguros de que esta potencia quiera liderar al planeta.
Si repasamos la política exterior de Obama, ha consistido en mostrarse paternal con sus amigos y conciliador con sus viejos enemigos. Sus acciones han intentado limar asperezas con Rusia y acercarlo al mundo musulmán. En los hechos, no se ha involucrado demasiado en la problemática de medio y próximo Oriente, más que en la guerra de Afganistán; guerra considerada estratégica por su injerencia en el mercado del narcotráfico.
Pero hoy, en la agenda de Obama, es más importante una visita del Dalai Lama tibetano, en conflicto independentista con China, que la de un Presidente Abbas palestino o el ministro israelí Netanyahu, ya de por sí cada vez más aislado por la opinión pública internacional.
Es claro que mientras las naciones-estados del mundo continuaban desgarrándose por pelear viejos liderazgos. Enfrascados en las pujas territoriales pendientes, a consecuencia de las manipulaciones resultantes de la segunda guerra mundial, China crecía y se convertía, además, en alguien que puede tensar la cuerda de la deuda norteamericana.
El mundo posee, en el primer decenio del dos mil, poco más de 6 mil millones de habitantes, de los cuales 1350 millones son chinos. No es necesario hacer demasiados cálculos para estimar el peso a nivel consumo o producción. China, por cierto, tiene sus conflictos internos, llámense Tibet, Taiwan o Xinjiang, no obstante, aun así la gran mayoría de la población pertenece a la misma etnia. Por lo tanto, la China nacionalista heredada de Mao posee una unidad natural de su comunidad, mas allá de que esto no implique que sus ciudadanos vean satisfechas por igual sus necesidades, o incluso respetados sus derechos humanos.
¿Pero la administración Obama, que camino transita? Si jugamos con sentencias sin matices, podríamos afirmar que una parte del socialismo critica a Obama porque sostiene que el verdadero socialismo no debe actuar desde y con el poder. Con lo cual, vire hacia donde lo haga, Obama no los satisfacerá. Más fácil aun resultaría afirmar porqué la derecha lo critica, que directamente lo acusa de conspirar en contra de los intereses de Estados Unidos. Entonces. ¿Decepciona? Para responder a esto primero debemos preguntarnos a quiénes.
Uno de los problemas de Barack Obama persona, es que no sólo quiere lograr que voten a favor de sus objetivos, sino que quien no esté de acuerdo con ellos termine convencido de que estaba equivocado. Si le importa si su oposición piensa distinto, pero aburre intentando convencerlos a todos ellos de que él tiene razón.
Pero además de su intento por demostrar, al norteamericano medio, que su gobierno va por la recuperación de la economía doméstica, por el empleo, la seguridad, la reforma de la salud y la educación. En su discurso pareciera dejar claro que no renunciará a sus objetivos, al menos en lo discursivo. Y narra una historia que busca la unidad, el punto en común de su pueblo que los identifique como comunidad. ¿Y como lo hace? Buscando lo que iguale, lo que una en la variedad. Así lo manifiesta en sus discursos, donde jamás abandona la retórica de la unión a pesar de las discrepancias. Toma las diferencias y las pone de manifiesto, pero en lugar de escindir más a la comunidad apela a la unión y dice -cito- “vemos unidad en nuestra increíble diversidad”
En definitiva, señala un camino –para su país- basado en la aceptación de la diferencia, de lo diverso y por lo tanto, lo plural. Más allá de que lo logre o no, porque no debemos olvidar que detrás de cada decisión aplicada hay grupos de poder dispuestos a defender sus intereses.
Pero como decíamos, es un camino que un hombre, como tal, puede transitar. Indicando en el horizonte, la búsqueda de lo que une a una comunidad en particular. Porque la unión de las comunidades como tales -con un objetivo de bien común final para cada pueblo, más allá de las diferencias- es la que las hará un lugar propio para la igualdad de oportunidad, el desarrollo –educación, seguridad, salud y distribución de riqueza- y la armoniosa interacción de sus integrantes. ¿O podemos continuar pensando, desde el llano y desde la dirigencia, que el llamado padre de la economía, Adam Smith, tenía razón respecto a que la simple búsqueda individual del bienestar, lleva al más alto nivel el bienestar de la comunidad?

2 comentarios:

A las 4 de abril de 2010, 16:37 , Anonymous Lynn ha dicho...

Muy bueno!!! Adelante y postear seguido!

 
A las 4 de junio de 2010, 6:03 , Blogger Luduing Rodríguez ha dicho...

Me parece interesante este artículo. Ya han pasado un par de meses desde su publicación, así que ya se han agregado a la realidad un par de decepciones mas de las espectativas que el mundo tenía con Obama. Su "neutralidad" en el abuso de poder cometido por Israel, deja claro que seguirá haciendose el de la vista gorda y que para nada justifica aquel dudoso Nobel de la Paz, que no sabemos bien por qué se lo dieron, si aún no había hecho nada para ganárselo, mas que las promesas y esperanza de todo el planeta.

 

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