domingo, 17 de abril de 2016

Primarias en EEUU y Cuba. ¿el deshielo de Obama es irreversible? - Publicado en La Voz del Interior el 18/04/2016

El deshielo en las relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos es un proceso delicado y con patrocinadores estelares como el Papa Francisco. Es el inicio de un antes y un después, un camino hacia el fin de hostilidades extremas en todos los rubros. La reciente visita de Obama a Cuba y Argentina plantea innumerables análisis. Algunos rechazaron la visita del mandatario a la tierra madre de las revoluciones. Pero otros vieron esperanzadores gestos de un cambio. Si a los hechos le preceden los gestos, observar a un presidente estadounidense pisar suelo cubano, estrechar la mano de un Castro y participar de un homenaje al mítico Martí, sin lugar a dudas lo son. Como así también, oír a un líder de esta potencia mundial decir “Nunca más”. Pero a los mensajes los sostienen los hechos. El tiempo nos dirá si los gestos y mensajes son acompañados por actos que ratifiquen posturas. Que acompañen el discurso enarbolado como bandera donde desde lo discursivo se reniega del intervencionismo clásico del imperialismo. Clinton, Trump, Cruz, Rubio y Sanders corren pegándose codazos en una loca carrera por la candidatura de sus partidos, mientas miran de reojo el legado que está empeñado en mostrar Obama. Y la pregunta surge obvia. ¿Qué clase continuidad podemos esperar? Ninguno de los republicanos parece dispuesto a sostener una política integral en las relaciones bilaterales. Ted Cruz y Marco Rubio, descendientes cubanos del ala más enfrentada al castrismo, difícilmente apoyen iniciativas que tengan delante el apellido Castro. Donald Trump ha pasado por diferentes fases. En el pasado ha llamado asesino a Fidel Castro, en el 2015 afirmó que le parece bien un acercamiento, para manifestar críticas en forma reciente señalando que los acuerdos deberían ser más beneficiosos para su país, mostrando que su visión política es sesgada por su visión de negocios. En cuanto a los demócratas. Hillary Clinton, tal vez la cantidad más esperada para ocupar la casa blanca, ha enunciado en reiteradas oportunidades que promueve una mejora en la relaciones con Cuba, exhortando a Obama sobre el levantamiento del embargo y expresando su deseo de visitar la isla en una entrevista ofrecida en televisión ya en el año 2014. En cuanto al senador por Vermont, Bernie Sanders, también ha indicado su apoyo a las políticas que permitan restaurar las relaciones. Su vida política estuvo mayormente desarrollada en forma independiente, y si bien es incierto su futuro como candidato, sigue cosechando triunfos que auguran una sorpresiva y dura batalla demócrata. En definitiva, deberemos esperar para aventurar éxitos o fracasos en esta llamada nueva era. Aún hay cuestiones fundamentales en la visión de los derechos humanos o la democracia y posiciones difíciles en torno a Guantánamo. Tampoco debemos olvidar la posición cubana. Y si bien Raúl no es Fidel, tiene límites, los propios y los del partido que lidera. Todo está por verse. Pero podemos avizorar algunos aspectos que apuntan a fijar bases para un cambio concreto en las nuevas relaciones diplomáticas iniciadas en 2015. Como el acuerdo de Seguridad Marítima firmado el pasado 18 de marzo por el encargado de negocios de la Embajada de EEUU y el jefe de la Oficina de Hidrografía y Geodesia de Cuba (ONHG), por citar un ejemplo. Bien podrían enmarcarse en el inicio de hechos que muestran un rumbo sin marcha atrás. La respuesta final a la continuidad estará entonces, en si los mensajes son la consecuencia real de suficientes acuerdos y políticas elaboradas institucionalmente. Y no queden en el recuerdo de la historia como gestos individuales de un gobierno con buen marketing planetario. Juan Martinez Ghirardi

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