domingo, 18 de abril de 2010

¿Porqué NO crecen los países?

Con marcada recurrencia es motivo de discusión el porqué crecen o se desarrollan algunos países y otros no. Porqué algunas naciones emergen poderosas y otras son subdesarrolladas, tercermundistas como se suele decir; o incluso en algunos casos son meros proyectos de país.
Naturalmente habrá tantas explicaciones como puntos de vista e intereses existan, cada uno de ellos tendrá sus fundamentos. Si hurgamos en la búsqueda actual, escucharemos hipótesis que van desde lo genético, hasta una simple explicación de países subyugados bajo las suelas de zapatos de otros. Desde organizaciones secretas que todo lo pueden, hasta grupos de poder que digitan nuestro destino cual tragedia griega. Todo de acuerdo a lo que cada uno quiera creer.
Teorías conspirativas existen por todos lados, lo cierto es que, si miramos el pasado de cada región, si nos detenemos a pensar, no sólo en la culpa de quienes, sino en cómo y porqué, encontramos que la cuestión se complica.
La bibliografía será abundante, y es lógico sostener que el proceso vital de un pueblo tiene influencias de distintas naturalezas; de las más variadas que la antropología puede tomar y explicar. Una de ellas, es relacionada al medio ambiente, esto es, si la región era fértil, si había ríos navegables, si el clima era benévolo, etc. Otras condiciones serán netamente sociológicas, y podemos encontrar que la cuestión pasará por la existencia de pueblos vecinos hostiles o amistosos. De contextos sociales globales o incluso, de los atributos propios de cada comunidad; que de esta manera, influenciarán en su progreso y crecimiento.
Hay variadas razones que marcan el camino de un pueblo. China, por ejemplo, es un país milenario y continental, que vivió en guerra con sus vecinos insulares y fue acosado por hordas bárbaras que motivaron la construcción de la gran muralla y propiciaron un cultura cerrada en sí misma. Todo suma para reflejar lo que es hoy China, aun luego de los siglos de diseño de las ideologías más importantes de la modernidad. Porque a pesar de todo, y antes que comunista, China es nacionalista.
Si, como dijimos, orientamos nuestra búsqueda a la actualidad y nos preguntamos no ya, por pueblos o comunidades, sino porqué crecen algunos países y otros no, podemos comenzar a buscar en los esquemas de poder diseñados desde el comercio y el desarrollo de las grandes industrias.
Siglo XX, acomodamiento de piezas. El fin de la segunda gran guerra mundial nos trajo la creación de organismos supranacionales. El Banco Mundial -en un primer momento llamado Banco Internacional para la Reconstrucción y el Desarrollo-, el intocable FMI y la Organización Mundial de Comercio (OMC). Esto permitió la regulación del crecimiento de muchas naciones a través de su financiamiento. Para ejemplificar pensemos en las “libertades” para proyectar emprendimientos que posee un moroso, o un deudor al límite de su capacidad, en un ámbito bancarizado.
Todas las instituciones nombradas, probablemente sean necesarias en un marco de organización global, pero que al nacer para cumplir funciones de control y regulación arbitraria han marcado tendenciosamente las relaciones internacionales, sean públicas o privadas, afectando la economía real, la vida real, de millones a lo largo y lo ancho de todo el globo terráqueo. En definitiva, instituciones débiles en un sentido de justicia y equidad, que sólo fomentaron el beneficio de grupos económicos de poder que sujetan al mundo; ya sea escondidos detrás de estados o amparados en organizaciones a las que poco importan las líneas que demarcan y limitan las naciones de hoy.
Porque una realidad innegable es que las grandes corporaciones, específicamente las que dominan la energía, manejan presupuestos fastuosos que en muchos casos superan al de muchas naciones y ejercen mayor peso en el plano internacional que muchas de ellas. Por otra parte, dichas corporaciones parecieran ser -en realidad- las verdaderas fuerzas imperialistas. Que se esconden detrás de las naciones poderosas o no, y éstas básicamente sirven de instrumento si sus instituciones están controladas o sometidas a la presión que estos grupos de poder económico ejercen.
Para comprobar esto los invito a que cuando vean una noticia relacionada al hallazgo de una reserva de petróleo, en zona de conflicto, presten atención a los nombres de las empresas a cargo de las perforaciones. ¿Son empresas estatales? ¿Son las clásicas y grandes petroleras trabajando con su propias personerías jurídicas? O son nombres de empresas poco conocidas, o recién formadas, que parecieran sólo buscar ocultar las verdaderas corporaciones que están detrás y así, entre otras cosas, evitar una eventual pérdida ante una búsqueda fallida. Indaguen, en la reciente puja por el petróleo posible en las Islas Malvinas y obtendrán respuestas.
Para ser mas claros -y esto está muy bien explicado en el libro Hitler ganó la Guerra de W. Graziano- si pensamos en el petróleo y su consumo, podríamos hacer un simple cálculo. Si los países desarrollados e industrializados consumen más, y teniendo en cuenta que las reservas de petróleo son finitas. ¿Que ocurriría con el consumo y las reservas si todos lo países fueran “desarrollados”?
Se hace evidente que es necesario, para los grupos dominantes de poder, primero controlar el recurso escaso, luego regular su consumo y por último, digitar y mantener a precio conveniente el barril del preciado oro negro. Cuando digo precio conveniente me refiero a un precio que será acorde al contexto. Si es necesario buscar reservas en lugares poco accesibles será conveniente que el precio esté en alza para poder costear las perforaciones.
Entonces, y volviendo al crecimiento de los países, si pensamos en el consumo del petróleo como bien escaso por un lado, y en el otorgamiento de financiamiento para el desarrollo por el otro, encontraremos que el porqué crecen hoy las naciones, se responde con un simple: De acuerdo a lo que se les permite. Esto no significa que por ello se libre de responsabilidad a cada sociedad de sus propios fracasos, porque la debilidad de las instituciones que las sostienen, suele ser directamente proporcional a las ambiciones de poder personal de sus líderes.

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