martes, 6 de julio de 2010

Cuba y el pulso del planeta

Fidel Castro desembarcó del Granma junto a su hermano Raul, el Che Guevara y otros tantos. Lo cierto es que aquel lejano día en que arribaron a la isla para destronar a Batista, aquel cruel y despiadado dictador que oprimía a sus conciudadanos, el pueblo cubano sintió que era liberado, que por fin podría respirar una oportunidad de paz o al menos seguridad. Pasaron los años y Fidel Castro se eternizó en el poder, tanto que pareciera detenerse el tiempo en Cuba. El tiempo ha sido encarcelado.
Probablemente, cuando Fidel comenzó su odisea desde Sierra Maestra nunca imaginó lo que generaría a nivel mundial. El cubano y el Che Guevara se han convertido en una suerte de íconos mundiales del idealismo; de la revolución y de las causas numantinas.
En su momento, Fidel se aferró al partido comunista para sostener una posición. Pero hoy, habiendo cruzado el umbral del siglo XXI, la geografía insular y algunas otras circunstancias hicieron posible que Cuba, guiada ya por Raul Castro, se mantuviera inmutable ante el mundo.
¿Y Fidel? Castro escribe con regularidad sus reflexiones. Pensamientos que uno puede leer y seguir por internet en medios como Cuba Debate o Granma Internacional. Sin dudar de su autoría podemos observar que Fidel Castro sigue de cerca el acontecer internacional, y disfrutamos de su agudeza única y capacidad de interpretación sutil. En los últimos tiempos ha dedicado líneas ha explicar las intenciones de guerra de Estados Unidos en el Golfo Pérsico y de cómo, en complicidad con Israel, se prepara un eventual ataque al país heredero de la cultura persa, esto es, Irán.
En estas últimas reflexiones Fidel expresa un profundo alerta por una guerra inminente, incluso relata que todo podría se desencadenarse antes de que finalice el mundial de fútbol. Habla de bombas que surcarán los cielos y que habrá una destrucción masiva.
Apenas un tiempo atrás leíamos en sus líneas la defensa al derecho de energía nuclear de Irán. En esa defensa se detallaba claramente cómo Estados Unidos e Israel violan ellos mismos los acuerdos que intentan hacer cumplir a otros. Sus sentencias son irrefutables, no hay argumentos a contrario. Pero así como es imposible rebatir lo que expresa, debemos mencionar que en ningún punto de su defensa intenta demostrar que efectivamente Irán, y su presidente Ahmadineyad, buscan el desarrollo nuclear con exclusivos fines civiles. Y no lo hace, sencillamente porque sabe que no hay certezas de que los fines sean únicamente civiles, basta con escuchar hablar al presidente iraní para advertirlo.
Entonces, este pesar por la guerra por venir es un velo que se corre. Si por un lado tenemos a los poderosos que quieren que todos cumplan leyes que ellos no cumplen. Y por el otro, aquellos que no las quieren cumplir, por el simple hecho de que quienes lo piden, no las cumplen. Nos hace presagiar un panorama complicado.
La humanidad siempre ha estado en guerra. En permanente conflicto. Por los dioses, por las razas, por la intolerancia, por el poder o simplemente por el espacio. Hoy, el escenario es más que propicio.
Un Estados Unidos gobernado por un presidente que quiere cambios, que quiere más diálogo y consenso, pero que no tiene la suficiente fuerza para enfrentar a los grupos de poder que dominan las instituciones. Un Obama que se diluye en su propio laberinto y da excusa a los extremistas para liberar su afán de destrucción. Un Israel que cede ante el miedo, funcional al terrorismo, y pone en el poder al fundamentalismo, teniendo en su gobierno a Netanyahu que desea la supervivencia a costa de la destrucción de sus vecinos. Una Palestina cada vez más lejana como estado, partida y gobernada en una de sus partes por una organización violenta como lo es Hamás, funcional por supuesto al gobierno actual de Israel. Un Irán desafiante y deseoso de mostrar al mundo su potencial. Una Turquía que quiere asumer un rol protagónico calzándose un traje de justo, aun cuando tiene algunas deudas pendientes como lo son Armenia y los kurdos. Una América latina que se debate en su unidad, y un Brasil que no termina de hacer pie en el protagonismo global que le corresponde. Una Europa golpeada por la crisis financiera y escindida en su unión por los diferentes colores ideológicos de sus gobiernos. Una Rusia enfrascada en recuperar su poderío e influencia en zonas que pertenecieron a la Unión Soviética. Y una China, poderosa y débil a la vez. Mil trecientos millones de bocas por alimentar, regiones con conflictos independentistas y su debate por extender o no su influencia al resto del planeta; no olvidemos que por cientos de años China -que por sobre todo es nacionalista- se caracterizó por ser un país cerrado en sí mismo.
Tal vez es lo que Fidel esperaba. El interrogante de porqué un hombre tan meticuloso no dimensionaba la Cuba pos Castro pareciera tener una respuesta. Es simple darse cuenta que una vez fallecidos los Castro Cuba no sería igual, difícilmente lograrían resistir al cambio sin al menos uno de ellos. Hoy, sus reflexiones muestran un pensamiento que agobia. ¿Y si esta guerra es lo que esperaba Fidel en vida? ¿Y si para este escenario preparó a su pueblo durante décadas? Tal vez ésta fue la apuesta de Fidel, proteger a su pueblo ante la guerra inevitable. Aunque noble la misma, esperemos la pierda y aquél que asumió el poder del país más influyente justifique la esperanza de cambio que el planeta intuyó con su llegada al poder.