jueves, 5 de agosto de 2010

Hipocresías planetarias

Finalmente nuestro mundo, el planeta humano, con las relaciones entre los hombres y sus comunidades al límite. Límite de la tolerancia por lo absurdo de las miserias a las que son sometidos millones de personas. Pero para ello hay una definición, que pareciera encajar a la perfección para describir lo que oímos a través de los medios. Hipocresías.
En los últimos tiempos, y por este lado del globo, tenemos a un saliente presidente colombiano, nos referimos a Uribe, arremetiendo como en su mejor época contra Chávez y sus supuestas relaciones con la guerrilla de las FARC. Chávez, enfurecido, rompe relaciones con Colombia, habla de vientos de guerra y acusa a su par saliente de ser un simple títere del poderoso país del norte. Incluso se dejó deslizar que Uribe condicionaba a Santos (presidente electo en Colombia) para marcarle camino ya que -supuestamente- el nuevo presidente estaba más predispuesto al diálogo con su par venezolano. La cuestión es ¿Cuánto de cierto hay en lo que aseveran? ¿Y si ambos tienen razón y ambos mienten a la vez?
Difícil resulta creer que Chávez no acoja a las FARC cuando las ha apoyado en sus discursos. Difícil resulta creer que Uribe no reciba “influencias” desde el norte cuando la inversión norteamericana militarmente es monstruosa en la tierra del café. Por otro lado difícil resulta creer que hasta la elecciones el candidato Santos era igual o peor que Uribe, y ahora ya como presidente electo haya pasado, como por arte de magia, a ser un moderado presionado por Uribe.
Si miramos hacia el norte del continente encontramos un presidente demócrata, más propenso al diálogo y que asumió con una verdadera ola de esperanza de cambio y mayor prudencia que su antecesor Bush. Sin embargo, bajo su gobierno, con anuncios de retirada de tropas de algunos conflictos, es cuando pareciera que el poder militar toma acciones más drásticas. Y casualmente se revelan, como nunca, y a través de un supuesto independiente medio no tradicional, documentos que en teoría son secretos y se filtraron. En él se comentan atrocidades reales del sub mundo del espionaje y el militarismo del hoy, pero también del ayer y del mañana. Que conveniente, como diría un amigo...republicano.
Por otro lado tenemos a un presidente iraní que pide le crean respecto a sus intenciones civilizadas del uso de energía nuclear. Pero mientras tanto niega la mano tendida de Lula, que le permitiría salir airoso del brete en que se encuentra ante la opinión pública internacional por el caso de Ahstiani, la mujer condenada a muerte (omito mencionar el método porque de por sí la condena es aberrante) por inconductas maritales.
Pero no nos alejemos, sigamos en la región y pensemos en Netanyahu, el líder israelí que dice querer la paz con los palestinos pero los ahoga, asfixia y anula. Haciendo todo lo posible para que un estado Palestino sea más inviable que nunca. Permite construcciones de asentamientos judíos por cientos en la Jerusalén disputada, bloquea Gaza y recrudece el discurso ante todos y contra todos.
Ni hablemos de los discursos de las potencias, en especial del grupo permanente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, que siempre poseen un tono de diálogo, en favor de los desarmes, de la libre determinación de los pueblos, de la diversidad y pluralidad. Siempre y cuando, claro está, no afecten los intereses propios. Porque allí no hay principio universal de justicia o equidad, ni habrá órgano supranacional que contenga. Los intereses propios siempre prevalecerán por sobre los de la comunidad global. Como lo manifiesta alegremente en uno de sus libros Francis Fukuyuma, considerando que el poder de los organismos internacionales reside en la suma de los intereses de sus integrantes y que por lo tanto, sus miembros pueden apartarse y “rescindir” el vínculo que los obliga. Básicamente una burla a la cooperación y el compromiso real de una verdadera búsqueda del bien común planetario.
Por ello, y como dijimos al comienzo, resulta oportuno recordar el significado de la palabra hipocresía. Que no es más ni menos, que el fingir cualidades o sentimientos contrarios a los que verdaderamente se tienen o experimentan.