martes, 16 de noviembre de 2010

Cuba y sus tiempos

Es interesante releer lo que uno escribe. Aquí transcribo un artículo escrito y publicado en www.sosperiodista.com.ar en febrero del 2007. Los cambios que se avecinan en Cuba hacen pensar que no estaba tan alejado de la realidad.

Raúl Castro desembarcó del Granma junto a Fidel, el Che Guevara y otros tantos idealistas, libertadores o invasores, según la óptica de cada uno o de cada latitud del globo.

Lo cierto es que aquel lejano día en que arribaron a la isla para destronar a Batista, aquel cruel y despiadado dictador que oprimía a sus conciudadanos, el pueblo cubano quizás sintió que era liberado, que por fin podría respirar una oportunidad de paz, o al menos seguridad.

Pasaron los años y Fidel Castro se eternizó en el poder, tanto que pareciera detenerse el tiempo en Cuba. Hoy, difícilmente sus habitantes sepan distinguir si sería mejor o peor vivir sin Fidel. Es que el "tiempo encarcelado" no respeta la edad y vida de sus habitantes; la juventud sólo ha vivido en la era Castro, sin demasiado acceso al mundo exterior como para poder saber, distinguir o elegir, cuál es el mejor modo de vivir.

Probablemente, cuando Fidel comenzó su odisea desde Sierra Maestra nunca imaginó lo que generaría a nivel mundial. El cubano y el Che Guevara se han convertido en una suerte de íconos mundiales, al menos occidental, del idealismo, de la revolución y de las causas numantinas.

Castro se aferró al partido comunista para sostener una posición ante el mundo; la geografía y algunas otras circunstancias propiciaron que Cuba se mantuviera inmutable ante los esfuerzos de la gran potencia que acechó siempre desde el norte. Esto permitió que hoy, habiendo cruzado el umbral del siglo XXI, otro país, con otro líder diferente pero con las mismas ambiciones, extienda sus influencias sobre dominio continental. Me refiero, claro, a Hugo Chávez.

El venezolano dispone del oro negro, de su locuaz inteligencia y de un matrimonio comercial por conveniencia con quien negociar el preciado petróleo. Este nuevo líder lleva más allá de occidente sus relaciones, se empapa en una peligrosa amistad con el presidente de Irán; el mismo que lleva su propia batalla de influencias en Oriente, intentando expandir su poder por medio de tentáculos que perforan fronteras y dan a conocer las diferencias ideológicas que existen entre las principales ramas religiosas del mundo musulmán. Pero como decíamos, esta amistad es necesaria si se intenta hermanar lazos y disponer posiciones en común con los grandes productores de petróleo mundiales.

¿Y Fidel? Nuestro revolucionario cubano esperó mucho tiempo un aliado como el venezolano, aliado que tal vez haya llegado demasiado tarde.

Chávez intenta desesperadamente demostrarle al mundo que Fidel Castro mejora cada día, que pronto volverá al poder y, en el peor de los casos, durante algunos ataques de pesimismo melancólico, se desdibuja por decir que Fidel nunca morirá.

¿Por qué tanta preocupación si está Raúl, aquel hermano y compañero leal que luchó junto al Che por la libertad de Cuba? Tal vez, la imagen que recorrió algunos medios lo explique. Raúl Castro vestido con un elegante saco sport, dejando de lado su incondicional uniforme, y disfrutando de algunos placeres como una buena feria del libro sin censuras asfixiantes.

¿Y si a Raúl le ha gustado el poder? ¿cómo resistirse a la tentación? Más allá de la escuela vivida tendrá sus propias ambiciones, y para sus adentros podría pensar: Esta es mi historia, Fidel ya tuvo su tiempo.